Esto es Peñarol: los motivos de una crisis política que repercute en lo deportivo

El flojo rendimiento del equipo en la cancha es un fiel reflejo de las malas decisiones institucionales que se vienen tomando en el club mirasol.

Sumergido en una crisis institucional a dos meses de las elecciones, las decisiones políticas en Peñarol afectan los resultados deportivos en una cadena que desemboca en la cancha.

Y precisamente el campo de juego es el último eslabón de esa cadena; es lo que está más a la vista, lo que más se critica y lo que más deja en evidencia una sucesión de hecho que no han tenido el efecto esperado.

Hoy el hincha de Peñarol se indigna con lo que pasa en cada partido, sobre todo en el ámbito internacional, donde el carbonero volvió a dejar una muy mala imagen tras perder con Jorge Wilstermann en Cochabamba, hipotecando gran chance de la clasificación a octavos de final de la Copa Libertadores.

El socio también se indigna con eso y con la decisión que deberá tomar el 5 de diciembre en las elecciones en las que elegirá el futuro del club.

A falta de dos meses para esa instancia, Ignacio Ruglio (actual consejero y líder de Sentimiento 1891) ratificó su postulación y a él solamente se suma Guillermo Varela —CEO de Handsoft, director de Plexo y presidente de la Cámara de la Economía Digital del Uruguay (CEDU)— quien ayer a través de su cuenta de Twitter confirmó su candidatura.

Lo cierto es que lo político siempre tiene incidencia en la cancha. Y mucha. Si las cosas no están bien desde la raíz, difícilmente puedan surgir buenos resultados deportivos y eso es lo que hoy está pasando en Peñarol por varios motivos:

1) La contratación de jugadores. Se fueron muchos, es verdad, pero vinieron un montón que le generan al club un gasto económico enorme y no juegan. Llegaron 11 y solamente cuatro fueron pedidos por Diego Forlán: Juan Acosta, Robert Herrera, Krisztián Vadócz y Jonathan Urretaviscaya.

Al resto —Gary Kagelmacher, Joaquín Piquerez, David Terans, Denis Olivera, Christian Bravo, Matías Britos y Nicolás Franco— el entrenador no los pidió, pero los aceptó.

De estos siete solo tres rinden en la medida de lo esperado: Terans es el goleador con siete tantos, Kagelmacher es titular en la zaga y Piquerez se adueñó del lateral izquierdo. Los demás todavía no justificaron su llegada a Peñarol.

2) Las contrataciones repercuten en lo económico. Los jugadores tienen su sueldo y el club debe abonarlo. La crítica a este punto deja sembrada la duda de cómo administrar el dinero: ¿muchos futbolistas de nivel medio o inferior, o pocos de calidad y con alto salario?

3) Despedir a Diego Forlán no fue la decisión más acertada. Si bien fue el presidente Jorge Barrera quien se encargó de ponerle punto final al ciclo para contratar a Mario Saralegui, el momento no era el ideal: el entrenador, parate de cinco meses de por medio por la pandemia de coronavirus, apenas tuvo 11 partidos para intentar exhibir su trabajo (nueve por el Torneo Apertura 2020 y dos por Copa Libertadores con cuatro triunfos, tres empates y cuatro derrotas) y como si fuera poco, no pudo contar con el jugador estrella que le pidió a los dirigentes ya que Jonathan Urretaviscaya se rompió los ligamentos cruzados en el último amistoso de la pretemporada.

 

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